Ayer tuve mi primer casamiento turco. Todo una experiencia. Si bien imagino que no todos los casamientos son como este, me pareció exótica la idea de ir a un casamiento luego de haber estado menos de nueve meses acá. «Distinto», como diría un poco inseguro y otro poco nervioso el padre de la novia, Español él, que vino a la tierra de los sultanes por primera vez a ver cómo su hija se casaba con un turco.
El casamiento fue en una chacra, por allá en la concha de la madre entre las montañas. Para ir, tuvimos que negociar con un tachero, que le pareció razonable la idea de llevar cinco latinos y una serbia jugando al tetris humano por una autopista a 100 km/h. Todo sea por ahorrar unas liras. En sí, el casamiento tiene muchas cosas en común con cualquier otro. Como este no era un casamiento religioso, la ceremonia tuvo una tipita que le pregunto si aceptaba en la salud y en la enfermedad como pareja bla bla bla. Hasta ahí, normal. Pero también tuvo muchos highlights, que paso a detallar.
Olvidate del catering
La novia ya nos había advertido que no esperemos comida, pero igual resulta raro para alguien que viene de un lugar en que los casamientos son básicamente chupar, comer y bailar. Alcohol tampoco esperábamos porque acá está mal visto tomar alcohol. Cuando llegamos, el mozo nos agasajó con una botella de litro y medio de agua (no se te ocurra ponerla en un jarrita, no). Al final, nos trajeron un pedacito de torta y una botellita de 200ml de coca. Cuando nos íbamos descubrimos a un invitado pidiéndose morfi en un restorán que quedaba pegado.
No suena Juan Luis Guerra
Acá, en lugar de contratar a un DJ y al Fata Delgado, contratan a músicos turcos que cantan temas mientras todos mueven sus caderas y chasquean sus dedos al ritmo de la música tradicional. Nada de la Gasolina, el Reja ni la Lambada. El punto alto de la noche, con todas las mujeres sin zapatos y el tío con la corbata en la frente, nunca llegó.
La torta a puro perreo
Como la novia era española y habla poco turco, el DJ de turno le quiso poner un tema en su idioma para homenajearla en uno de los momentos más importantes de la noche: el de cortar la torta. La verdad que no pudo haber elegido una canción mejor. Mientras ella cortaba la torta, sonaba un reggeaton que decía cosas muy oportunas como: «mami tu tas buena, ponte de espalda», «sacude esa nalga» y «aprieta la tanga».
El dinero colgado
Luego del perreo intenso con la torta, llegó el momento de los regalos. Para eso los novios se pusieron en el centro del lugar con una bufanditas y los invitados hicieron cola para dejarle el regalo. El regalo, que es un eufemismo para decir «dinero» porque básicamente lo que hacen es ponerle con un alfiler billetes en las bufanditas de los novios. Nosotros, no previendo eso, le colgamos el sobre gigante y celeste en la bufanda a la novia, porque la imagen de ponerle dinero como a una prostituta a la novia es un poco chocante para unos novatos.
Ideal para abuelas
En Turquía los casamientos no son largos. Empezó a las 20.30 y terminó a las 22.30. Eso es todo. Nada de darle hasta que salga el sol, hasta que chuponees a la prima ni nada de eso. Acá el casamiento es simplemente un momento para acompañar a los novios. Nada más que eso. Así que después de darle el dinero a la novia y comer nuestro pedacito de torta, nos las tomamos y nos fuimos a comer un döner de camisa y corbata. Porque el estilo no mata el hambre. Para despedirme les dejo la canción del momento de cortar la torta en familia.
Me divertí con la historia del casorio, que diferencia con las juergas que se arman por acá (Perú). Gracias a Dios nunca supieron los familiares del novio, lo que decía la canción del fondo musical para partir la torta. 😉
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