Estados Unidos es el país que más contaminación genera, puntea en índice de suicidios per cápita, desechos radiactivos, alimentos desperdiciados, sedentarismo y obesidad. En la vía del desarrollo, los países solucionan muchos de sus problemas pero a su vez encuentran nuevos problemas inexistentes hasta ese momento. Estados Unidos, como pionero en esa vía al desarrollo, es el líder, y viajando se nota.
Todavía no entiendo a la gente que va quince veces a Nueva York y no conoce ni su barrio. Yo a veces me cuestiono por qué estoy viajando siempre en Europa, y las razones son de conveniencia momentánea: me es barato y no voy a estar siempre tan cerca. Pero igual así siento un poco de culpa de ir al mismo contiene habiendo tantos lugares que quiero ir.
Estoy en el avión. Nuevamente. Por suerte. Porque este año fue más de buses la cosa. Estoy volviendo a Turquía para irme en breve, probablemente, pero con fines académicos. Esta vez el viaje fue de dos meses y monedas, como dicen los seudoperiodistas deportivos, y comenzó un 29 de junio de 2016 en Ámsterdam. Y eso sin contar el minitour que hice en Turquía antes de partir para Europa.
Sí. Estambul no es la capital de Turquía. Nunca lo fue. Lo era en el Imperio Otomano, pero no en el Imperio Atatürkiano de lo que ellos llaman la «Turquía Moderna». Es decir, Turquía, porque en realidad no hubo ni una Turquía antigua ni hay una Turquía posmoderna.
La capital del mundo tiene calles chiquitas. Los lugares más amados y reproducidos de todas las formas posibles a lo largo y ancho del planeta resultan extremadamente cotidianos y prácticos, lejos del glamour con que los muestran.
Ahí viajé 