
Amigo ojeando los newspapers del día en La Valeta, Malta.
Malta es un país conocido por su… bah, en realidad no es conocido por nada. Es una isla al sur del Mar Mediterráneo pero que también tiene sus muchas peculiaridades. Una de ellas: la lengua.
Episodio 1
Me tomé el bus del aeropuerto al hostel. Duraba cerca de 45 minutos pero era la única manera de llegar y, decían en la interné, funcionaba bien. Cuando íbamos en medio del camino el conductor paró, agarró sus petates y se fue. El ómnibus quedó huérfano y lleno de pasajeros. «This is a shame!», empezó a putear una vieja con acento británico. «This is disgraceful!», dijo, y empezó a decirle a los muchos turistas que se quejen en los hoteles porque a los malteses no les dan bola. Cuando el nuevo chofer vino, quince minutos más tarde, la vieja le empezó a comer la oreja y a quejarse. «No se preocupe que vamos a llegar en hora», le respondió. Lo que no le dijo fue que íbamos a llegar en hora porque se saltó todas las paradas y fue derecho a destino. La doña, que se tenía que bajar en una de esas paradas intermedias, empezó a hacer catarsis en inglés con el conductor mientras la gente se bajaba. En cierto punto de la conversación, el chofer cambió el idioma de la discusión al maltés y ahí me perdí. Seguro que lo hizo para testear que la doña sea maltesa, como decía, y para que los extranjeros no seamos testigos de esa triste escena, pensé. Agarré mi mochila y me fui.
Episodio 2
Ni bien llegué al hostel salí a caminar por ahí. Me llamó la atención que casi todos los carteles estaban en inglés, pero a veces había cosas en maltés, sin motivo aparente. Los nombres de muchos de los lugares, también, en Malta, tienen su versión en inglés, algo que confunde bastante pero a lo que uno se termina acostumbrando.
Episodio 3
A la noche fui al súper a comprar algo de comer, porque ya se hacía tarde y ya estaba un poco cansado. Al llegar a la caja la señora de adelante mío se puso a charlar con la cajera, como buena doña de barrio. La conversación había sido larga para charla de supermercado y había sido toda en maltés, por lo que seguramente me perdí un montón de datos súper interesantes sobre su familia. Cuándo terminaron, la cajera le dijo: «Nine fourty five, please». Qué necesidad de cambiar de caballo en medio del charco, pensé. ¿Mirá si la señora no sabe inglés? Pero ella le dio la plata y siguieron como si nada, en inglés.
Episodio 4
Caminando por Valetta, la capital maltesa, me encontré con adolescentes hablando y bobeando a los gritos. La conversación era en maltés pero metían comentarios en inglés dos por tres.
Episodio 5
Mientras estaba en el bondi -en Malta para todo hay que tomarse bondi- me puse a escuchar la radio. Es algo que me gusta hacer a los lugares que voy para ver qué música escuchan y para ver si cazo alguna palabra del idioma en cuestión. Pensé que iba a encontrar una mayoría de radios en inglés, como para aprovechar a los muchos turistas que visitan la isla, aunque seguramente más de una iba a estar en maltés. Como soy perezoso, prendí la radio y dejé la primera estación que agarró el celular, como música pop circunstancial. Los locutores, un hombre y una mujer, hablaban en inglés pero yo en realidad no le estaba prestando atención a lo que decían. Fueron a una tanda y los reclames estaban en inglés. Hasta ahí normal. Pero cuando volvieron, empezaron a hablar maltés. Fueron a un tema y cuando volvieron, otra vez maltés. Debo estar loco, pensé, y la primera vez probablemente había sido en maltés. No tiene sentido que una radio cambie de idioma así porque sí. La respuesta llegó en el cuarto bloque: empezaron a conversar en una ensalada de frases en la que a veces uno hablaba inglés y el otro maltés y viceversa. No estaba loco, no.
En Malta las lenguas son eso: una manera de hacerse entender, despojada de cualquier otro sentido o nacionalismo. Y por eso para ellos es normal cambiar todo el tiempo de lengua, incluso hasta sin sentido.
Hablando con un maltés, le pregunté por esto y me dijo que todo el mundo aprende los dos idiomas. Dependiendo de la familia de la que venga y la escuela a donde vaya, el inglés o el maltés será la lengua materna. En las escuelas públicas el maltés es el principal idioma y algunas materias se dan en inglés, y en la privadas la situación es la inversa. Ah, y los números en maltés dicen que son más complicados, y por eso es normal que cuándo llega la hora de tirar cifras la conversación pase al inglés, como hizo la amiga cajera.