Alma de Praga, alma de pilsen

Jiri apareció entre las sombras para abrirme la puerta de su apartamento. Era más bajito de lo que esperaba. La barba de su foto engañaba. Su estatura era cercana al metro sesenta, de esas personas de proporciones normales pero tamaño reducido. Cuando la luz iluminó su rostro, aparecieron sus enormes ojeras y su labio lastimado, como si hubiera tenido una pelea de boxeo el día anterior.

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