
Esta es una postal de Nizhni Novgorod. Divina, ¿no? La catedral que se ve al fondo a la derecha, uno de los íconos de la ciudad, fue usada durante la época soviética como almacén de municiones.
Nizhni Novgorod es una de las ciudades más feas a las que he conocido en este planeta. No es que sea tan fea, pobre, es que la historia y la geografía la han tratado mal. Es gris, llueve todo el día, siempre está nublado, la bordean dos ríos marrones, y es una ciudad industrial devenida en una ciudad que ya ni siquiera es industrial.
«Nizhni Novgorod», repiten los periodistas deportivos enviados por un canje a Rusia, después de aprender que esa «zh» se pronuncia como el «ge» final de garash. Muestran lo linda que (no) es con imágenes del Kremlin y rellenan un poco con datos de color sobre esta ciudad. Es que ahí concentra la selección uruguaya de fútbol para el Mundial y donde va a jugar su primer partido.
Mi historia con esta ciudad es un poco diferente. Más triste, con menos algarabía, y sin publicidad de Larrique Rulemanes.
Llegué a la ciudad por la noche desde Moscú. En tren. La estación en realidad no tiene conexión con la ciudad misma. Por ella pasa la línea de metro, pero la línea de metro no pasa por la ciudad. ¿Cómo? Sí, para ir de la estación de tren a la ciudad hay que tomarse unos buses viejos con carteles en ruso, manejado por rusos, poco amigos de cualquier otra lengua.
Nizhni Novgorod fue una ciudad cerrada durante la época comunista. Eso quiere decir que nadie por fuera del régimen podía ingresar. Eso explica gran parte de su fealdad y disfuncionalidad («si no la ven de afuera no importa que sea fea», pensaron). Solo a un turista con mucho tiempo libre como yo se le ocurriría ir.
El corazón de la ciudad es la plaza Gorki, un homenaje al escritor soviético que también supo darle nombre a esta ciudad hasta el año 1990. La plaza es tan bella como un cúmulo de yuyos regados por las constantes lloviznas.
El kremlin (la palabra «kremlin» en ruso quiere decir «ciudadela»), es verdad, es lindo. Pero tampoco nada que no se pueda ver en cualquier otra ciudad rusa: una muralla, torres, edificios de gobierno, iglesias ortodoxas, una tumba del soldado desconocido y una exhibición de armamento militar.
Podría seguir enumerando los amargos atractivos de esta ciudad. Pero para no arruinar los ánimos de quienes gastaron miles de dólares en llegar hasta ahí, comparto las fotos que saqué durante mi visita.
Espero que les gusten más de lo que a mí me gustó la ciudad.
En verdad, a los rusos tampoco les gusta. Y ya es saber popular. Alguien que le avisé a los periodistas deportivos.
El corazón de la ciudad. Un lujo.
Así de nuevos son los buses en esta ciudad apodada «la capital del transporte». Atenti.
Carrito de café
Las estatuas están por toda la ciudad. Estimo, fueron hechas para convencer a alguien -sin éxito- de las bellezas de este lugar.
Hay edificios históricos con un estilo propio muy lindo, pero no se puede entrar a ninguna de ellos. Todo colabora.
En el centro de la ciudad hay un museo de artesanías rusas y mamushkas.
Ahí se puede conseguir todo tipo de Mamushkas. Incluso de astronautas soviéticos con perros.
Hay talentosos herreros, eso sí.
Y también buenos relojeros.
El edificio más lindo de la ciudad no está abierto al público. Es un banco.
Esta es la fachada, con la arquitecura barroca-rusa.
Tiene muchos elementos doraditos de la época de los zares, pero no sé a qué corresponde, la verdá.
El techo también tiene pintado el águila de dos cabezas, símbolo del imperio ruso.
Las puertas de hierro también tienen las típicas águilas.
No faltan los vendedores de animales, por si uno se acuerda que precisa uno mientras camina por al peatonal de la ciudad.
No sé qué tendrá que ver pero linda foto. De nada.
El kvas es cerveza sin alcohol, y es una de las bebidas típicas de rusia pa sacarse el frío. Se vende en las calles, aunque esta señora no parece tener mucho éxito con el emprendimiento.
Un ruso retratado en una estatua mirando con vergüenza a un nuevo ruso.
Sobre la peatonal, está esta galería de arte retro, sin demasiado sentido ni gente. Un espectáculo.
Adentro muestra un montón de objetos retro de la época soviética pero sin iconografía.
No me rayes las paredes, amigo.
Peatonal principal de la ciudad que una la plaza Gorky con el kremlin de la ciudad.
Otra de las estatuas de la ciudad.
Un policía no hace nada al ver una clara manifestación del orgullo gay de esta señora provocando con un paraguas con los colorees del arcoiris.
Un tanque soviético. El sueño de todo niño ruso. En unos años si tiene suerte manejará uno de verdad porque hay servicio militar obligatorio.
Otra foto del kremlin con sus turistas, sus murallas, sus estatuas y sus tanquecitos.
Oficina de información para turistas. No me pidas inglés, please.
Edificios gubernamentales de la ciudad.
Llamita en homenaje a los caídos de la Segunda Guerra Mundial, que los rusos llaman «La Gran Guerra Patriótica», y es considerada el momento en que se liberaron de toda forma de opresión al vencer a los nazis y tomar Berlín.
Llamita en homenaje a los caídos de la Gran Guerra Patriótica.
Así de linda es la vista hacia el río Volga: yuyos, polución y barcos cargueros. ¿Qué más se puede pedir?
Otra perspectiva desde el Kremlin hacia el Río Volga.
Esta es una postal de Nizhni Novgorod. Divina, ¿no? La catedral que se ve al fondo a la derecha, uno de los íconos de la ciudad, fue usada durante la época soviética como almacén de municiones.
Un paraguas para tres.
Lo único lindo de tener lluvias constantes es tener pastito de estadio verde en verano.
Modelo de bus antiguo afuera del Kremlin.
La «rambla» sobre el volga de Nizhni Novgorod tiene muchas «atracciones» como este barco.
La principal atracción de la ciudad. Famosa entre los rusos. ¡Belleza! Cuando fui, arriba de la escalera, había un graffiti que decía «Putin is watching you». Seguramente ya lo borraron, pero Putin te sigue espiando.
Por el paseo marítimo hay muchas parejas sacándose fotos de casorio. ¿A dónde más van a ir, pobres?
Otras estatuitas inexplicables. Esta vez, de marineros.
Esta es probablemente la iglesia más linda de Nizhni. Estaba en obras. No se podía entrar. Una pena.
Otra estatuita.
Más estatuitas. Esta vez, un homenaje a la expotación infantil.
Más y más estatuas.
Fin.
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Una interesante reseña de la ciudad. Hay las palabras buenas y males, de verdad. Pero los fotos son lindos. Las correcciones: – se puede ir al centro de la ciudad no sólo por el metro, hay autobuses que van por el puente Kanavinskiy cerca del Catedral, pero estará cerrado en los días de los juegos; – el corazon de la cuidad son el Kremlin y la Plaza de Minin y Pozharsky, no la Plaza de Gorky)
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Muchas gracias, Andrey. Ya arreglé algunas correcciones que hiciste en las fotos. Me alegro que te hayan gustado las imágenes. Saludos!
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