Las rosquillas turcas (el simit)

Los simits pueden conseguirse en cualquier lugar de Turquía.

Los simit son una de las comidas más representativas de Turquía.

Me vine a Turquía y justo coincidió que al poco tiempo empezaron a pasar en Uruguay telenovelas turcas. La verdad que hasta hoy no sé de qué se tratan y jamás las ví, pero mi familia la empezó a ver porque yo estoy acá (y supongo que también porque en el fondo les gustan). Después de verlas mi madre me preguntó: «¿Son ricas esas rosquillas que venden en la calle que están en todos lados?». Las «rosquillas esas» se llaman «simit», y voy a contar un poco de qué se tratan.

Al decir «rosquilla» a mí se me viene a la mente las rosquillas americanas de Homero Simpson. Nada más lejos de los simit. Lo único que comparten son la forma y la harina; el resto, no tienen nada que ver. Para empezar, el simit es salado y tiene una textura muy diferente a las rosquillas de Homero. Si bien existen varios tipos de simit, con distintos masas y condimentos, voy a referirme al más común, que se vende en todos lados y está cubierto de sésamo.

La primera sensación al morder un simit es que está viejo: el pan que utilizan para la receta es gomoso. Al principio es algo extraño, pero luego que uno le agarra el gusto hasta le resultan molestos los simit blanditos. La gomosidad del forma parte de la personalidad de este pan. Esa gomosidad, combinada con la forma, hacen que el primer mordisco sea un poco incómodo, porque uno no tiene por dónde empezar, pero creo que en la vida hay problemas más importantes y jamás le di importancia.

Esos puestitos rojos

Vendedor de simits en Esmirna, donde también son llamados

Vendedor de simits en Esmirna, que también son llamados «gevrek».

Los simits son tan importantes en la gastronomía turca que se pueden conseguir en todos lados. Existe la figura del simitçi (que se dice «simitchí»), vendedor callejeros de estas rosquillas, que se ha transformado en un símbolo del país y tienen su lugar no solo en telenovelas, sino también en poemas y canciones. Los simitçis pueden verse por todos los rincones de Turquía. De hecho, en las playas no hay healderos, sino simitçís.

Como el rubro «panadería» funciona un tanto extraño en Turquía, porque tienen grandes fábricas de panes que distribuyen el pan a lo largo de las ciudades como si fueran latas de Coca-Cola, en la mayoría de los lugares los simit no están frescos frescos, sino que ya tienen algunas horitas encima. Los más ricos son los de aquellos lugares que sí tienen horno y los cocinan ahí. Algunas de las cadenas de supermercados te hacen esa gamba y cocinan ellos los simits y son deliciosos, aunque los cobran un poco más, pero si se consigue una panadería posta, que escasean, seguramente no encuentren uno más rico.

El precio estándar de los simits es de 1 TL (40c de dólar, aproximadamente) y se consiguen en cualquier lado. Existen algunos lugares como Estambul que es posible encontrárselos en su versión de fantasía, que es con queso untado (peynirli simit). Yo soy un minimalista gastronómico y los prefiero solo, pero igual vale la pena probarlo.

La pareja perfecta

El compañero perfecto del simit es el té común. El «maridaje», como dicen los borrachos profesionales (sommelier, en francés). El té de Turquía no tiene igual, y la verdad que con un café o una leche no es lo mismo. Lo he probado en diferentes combinaciones y la verdad que no hay como tomarlo con un té, a pesar de que los turcos en general lo comen como un snack mientras andan en la calle para estirar el hambre. No son tan sibaritas como yo.

Al principio debo admitir que, como me pasó con muchas comidas de acá, no me gustaba demasiado. Mis mandíbulas se cansaban y lo encontraba como una desilusión porque mi cerebro buscaba pan suave y con miga. Maldito osito Bimbo. Pero con el tiempo fui ganando fuerza en las mandíbulas y descubrí que con el té hacen una pareja inseparable, como el chori con el pan o Ronald McDonald’s con la pedofilia. Ahora no solo los como a diario sino que cada vez que descubro una panadería pido uno solo para ver cuál es el más rico.

4 Respuestas a “Las rosquillas turcas (el simit)

  1. El año pasado anduve por ahí y al regresar compré varios para que los probaran..pero llegaron más secos que no habitual. De todas formas les gustó. Muy buenas tus notas

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    • Muchas gracias, Inés. Sí, algo que llama la atención es que a los turcos no les molesta tanto el pan duro. Y hay veces que se pasan y, como decís, los venden secos. Por eso lo mejor es comprarlos en una panadería, pero a veces es difícil encontrar. Gracias por tu comentario!

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