
Ferry partiendo de Samos, Grecia.
Tomar un ferry en Grecia es todo un espectáculo. No solo por el paisaje que da el mar y las islas sobre el Egeo, sino también por los controles que la policía y los militares hacen antes de abordarlo.
Me acerco a la entrada del barco para ir de Samos a Icaria, dos islas griegas sobre el Mar Egeo. Llego con tiempo, pero en la entrada me paran. Es una policía. «Kalimera», me dice. «Kalimera», le respondo, y me sigue hablando en griego. Mejor pasemos al inglés. Me pide mis documentos y le doy mi pasaporte. Me parece extraño, porque es un viaje interno a la isla más cercana.
La policía se pone a inspeccionar mi pasaporte y rompe el hielo con la típica pregunta inteligente que hacen en Migraciones:
—Where are you from?—, como si la tapa del pasaporte que dice Uruguay y la vaca que lo decora en la página final no fueran evidentes.
—Uruguay.
—¡¿Uruguay?!
—Sí, Uruguay.
—For tourist? —me pregunta, evidenciando sus pobres destrezas de inglés.
—Sí, «for tourist». —le respondo para burlarme de su inglés sin que se dé cuenta.
—From Uruguay?! For tourist?! —me pregunta de vuelta, como si cada obviedad la sorprendiera aún más.
—Sí. —Le respondo y me empiezo a reír. Lo absurdo de la situación ya empezaba a ser evidente. Ella también se ríe.
—No te preocupes, es un control de rutina porque hay muchos migrantes —dice mientras sigue ojeando el pasaporte, como si se sobreentendiera que los migrantes son delincuentes.— ¿Cómo es tu nombre? —Me pregunta mientras lee el nombre de mi pasaporte.
—Leandro.
—¿Cómo es tu apellido?
—Rodríguez. —Y se queda ojeando el apellido.
—¿Rodríguez?—, pregunta desconfiada.
—Sí, Rodríguez.
—¿Sólo Rodríguez?
—Sí.— Ojea el apellido una y otra vez. —En Uruguay tenemos muchos apellidos, a veces solo usamos el primero, a veces los dos, no es como en otros países que solo se tiene un apellido, le digo anticipándome al problema que siempre me pasa con el papeleo en Turquía que, dependiendo del documento que entregue tengo uno o dos apellidos, lo que para ellos significa que soy bipolar.
La policía me devuelve el pasaporte y llama a otra persona que viene sin uniforme y que estaba hablando con otros. Mientras se acerca a mí, una de las personas esperando para entrar le dice: «My friend, what is the problem?», pero él no le responde porque ya está frente a mí. Con un español que evidencia que su labor es atender a los hispanoparlantes, pero que su sueldo probablemente atestigua más que su destreza con el idioma, me interpela.
—¿Por qué no puedes abrir la valija?
—¿Cómo que por qué no puedo abrir la valija?
—¿De dónde eres?
—De Uruguay.
—¿Qué haces sú Grecia?
—¿Cómo?
—En Samos, ¿qué has hecho lo?
—Turista.
Le doy el pasaporte y otra vez empieza el circo de preguntas, que cómo me llamo, que si soy turista, que a dónde voy. Me empiezo a reír.
—¿Por qué no puedes abrir la valija?—, me vuelve a preguntar.
—No entiendo por qué me lo preguntás.
—La valija—, me señala, como dándose por vencido con su español. Para entonces ya entendí que lo que quería es que abra la valija, pero simplemente quería burlarme un poco de él y su circo.
—Sí, es esta mi valija.
—¿Qué hay?
—Ah, querés que la abra.
—Sí.
Abro la valija y le muestro. Le digo que si quiere que la revise, pero no entiende. Entonces empiezo a mover las cosas pero no me dice nada.
—Es control de Narcóticos, —me dice, pero no le respondo nada.— ¿Puedes mostrarme qué tienes ahí? ¿Qué es eso? ¿Qué es eso?—, y señala algunas cosas que tengo ahí a la vista.
—Ropa, jabón…
—¿Qué es eso? —dice y señala la jabonera.— ¿Puedo verlo?
—Sí. —Saco y lo abro. Empieza a señalar todas y cada una de las cosas que tenía la jabonera: jabón en barra, shampoo, pasta de dientes, cepillo. Se las menciono una por una para que por lo menos aprenda cómo se llaman en español, y me empiezo a reír cuando me siento una maestra con un policía de fronteras.
—Es un control de rutina —dice de nuevo, como para justificarse.
—Sí, es que es raro porque estoy viajando dentro de Grecia.
—¿No hay controles de rutina en Uruguay?
—No, de hecho hasta creo que están prohibidos.
—¡¿Prohibidos?!
—Sí, porque es lo que hacían los dictadores con nosotros.
La sorpresa se le fue enseguida. Hace caso omiso a mi respuesta y sigue ojeando mi pasaporte.
—¿Eres bueno en Uruguay?
—¿Cómo?
—Si eres bueno en Uruguay— me repite, y pienso que tal vez lo que está pidiendo es si no tengo algún registro criminal o algo así.
—No sé. No entiendo la pregunta. Es una pregunta muy genérica.
—Ah porque como viajas, tan lejos… Pregunto y si es bueno Uruguay.
—Ah, ¿Uruguay?
—Sí, Uruguay. Yo he aprendido español. Me gusta mucho la Latinoamérica y la cultura… —Noto que las palabras se le acaban, que su cerebro se da por vencido con el idioma de Cervantes y no sabe cómo seguir la conversación. Para que su ego no sienta tanto el golpe, tomo las riendas de la conversación.
—Uruguay es lindo, es un país tranquilo.
—Ah, qué bueno.
Me da el pasaporte y le agradezco. Me voy riendo a embarcar. Atrás mío lo esperan otros extranjeros, algunos a los que el espectáculo policíaco le alegrará el día y a otros a los que se lo amargará por tener la desgracia de haber nacido en un lugar diferente al de ellos.
Ah se Me olvidó detallar que somos de Uruguay también!!
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Años atrás mi hermana y su flia vivían en Estambul y los hijos cada 90 dias viajaban a Crecía por tema visa.en uno de esos viajes los retuvieron una hora y tanto mientras el bus esperaba con resto de pasajeros.preguntando esto y aquello
Por fin los dejaron ingresar sin mayores problemas
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que poquito la humanidad vestida de fronteras, la humanidad perdida de solidaridad, la humanidad sectaria misogina y sectaria!!! Que poquito…..
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