La Guerra Fría estaba en su auge, la cortina de hierro caía sobre Europa y el comunismo se imponía en Europa oriental. Los checos pensaron: «Tenemos un problema, ¿qué hacemos ahora que no tenemos Coca-cola?».
La Kofola fue inventada en 1959 en Praga, República Checa, que por ese entonces era un 2×1 llamado Checoslovaquia. La idea es crear el sustituto comunista a la Coca y a la Pepsi, sabidos alcahuetes del Imperio. La solución llegó de la mano de una empresa farmacéutica, que hizo una bebida carbonatada a base de un jarabe de café mezclado con hierbas (llamado «kofo»).
Durante la época comunista, la bebida vivió sus épocas doradas. A pesar de que la Coca-Cola y la Pepsi estaban disponibles en el mercado, valían más del doble y comprarla en el super probablemente levantaba las alarmas del servicio de inteligencia. Y algún que otro vecino te dejaba de hablar. Bien es sabido que tomar Coca-Cola dan ganas de bombardear países en Medio Oriente y desregular los mercados.
Una vez caído el muro de Berlín, chau Kofola. Las bebidas tradicionales volvieron a la cima del podio y la Kofola al ostracismo de las épocas negras en que se tomaba Kofola. Pero años más tarde, el mercado se plagó de kofolas baratas, hasta que en el 2000 la Kofola original hizo su glorioso regreso como marca única a las góndolas checas. Y hoy es la principal competencia de las bebidas cola tradicionales en los mercados de República Checa y Eslovaquia.
Dice el mito quede mezclar Kofola con cerveza no es buena idea. Yo diría directamente que tomar Kofola no es buena idea. Tienes un gusto que te quiere engañar a que es como la Coca, pero enseguida después aparece todo el gusto frutal de jarabes y porquerías. Porque la Kofola es como el comunismo: parece una buena idea pero cuando probás te das cuenta que es una verdadera porquería. Y ya es demasiado tarde.